Jugando a que es cierto

Orlando, Florida. ¿Por qué esperar cerca de una hora en una larga fila para experimentar tan solo dos minutos (o menos), la sensación de vencer el miedo o de disfrutar la fantasía de ser ganadores en retos imaginarios? Curiosamente, en esas circunstancias se detonan actitudes que bien podrían ser cotidianas en nuestras organizaciones, pero que a veces no lo son; identifiquemos algunas.

Pagar el precio

Ingresar a los parques recreativos en esta ciudad es oneroso, máxime si se agregan los gastos de viaje. Pero, el deseo de tener experiencias desafiantes, nuevas e inesperadas hace que el costo se perciba menor que el disfrute de las breves vivencias. En similar modo, afirma J. C. Maxwell: «El equipo no logra su potencial cuando falla en pagar el precio.» Y ese es: sacrificio, tiempo de compromiso y desarrollo personal. A mayores aspiraciones, mayor será el precio a pagar; aunque hay quienes no quieren entenderlo y por eso nunca llegan lejos.

 Preparación mental

Si al avanzar en la fila también se va dejando atrás la resistencia al cambio, la intelectualización y el deseo de estar en control de todo, la flexibilidad toma su lugar. La adaptabilidad permite disfrutar las novedades. Quienes están cerca se contagian de esta actitud de exploración, proactividad y disposición y así el buen ambiente inunda el espíritu colectivo. La mente dirige y por ello hay que prepararla para que esté fuerte en los momentos límite.

Agregar imaginación

Los lentes 3D, los efectos sonoros y la alta tecnología crean historias y escenarios ficticios que se asumen como reales. No obstante, con tan solo dejarse llevar un poco el efecto de la adrenalina aumenta. El espíritu de vencedores no da espacio a creencias limitantes y la velocidad del desafío impide pensar en detener la «fantasía.» Solo queda fluir con los hechos sin analizar qué es lo real y qué no. Para Albert Einstein, «en los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que los conocimientos.»

Respetar normas

En cada atracción, los anfitriones insisten hasta la saciedad en el acatamiento de las reglas de seguridad. Al hacerlo, todos los visitantes disfrutan, al mismo tiempo que minimizan riesgos innecesarios. A pesar de la gran diversidad de idiomas, edades  y orígenes, el respeto se convierte en un común denominador del comportamiento colectivo. ¿Por qué no ser igualmente rigurosos en el cumplimiento de valores y cánones en las empresas y comunidades?

Pausas para recargar

En ocasiones, el cuerpo sufre algunos efectos de los movimientos súbitos a los que no está acostumbrado. Entonces, hay descansos prudentes y recarga de ánimo antes de ir por más aventura. Los equipos también necesitan breves períodos de reflexión, reacomodo y procesamiento de aprendizaje, para sobreponerse y emprender jornadas cada vez más demandantes. Una adicción «sadomasoquista» al trabajo puede provocar serios desajustes que impactan la calidad de vida y, sensiblemente, la sostenibilidad del éxito.

¡Creérsela!

Al salir de estos parques, hay un aire de victoria por haber superado retos. Unas pocas personas se quedan con la duda: «¿Si me hubiera atrevido?» Cada cual analizó sus límites y tomó decisiones con base en riesgos calculados. Quienes se dejaron guiar por su determinación de superar miedos y de salir de sus zonas de comodidad, olvidan el precio pagado por experimentar fantasías como si fueran reales.

¿Por qué no aplicar estas lecciones y actuar siempre así, tanto en la vida personal como organizacional?

Tomado de Germán Retana